Por María Marín
Cada presentadora de noticias es única, pero había una que siempre capturaba mi atención por su profesionalismo, elegancia y gran seguridad frente a las cámaras. Un día dejó de aparecer en la televisión y llegué a preguntarme si habría abandonado su carrera periodística para irse a recorrer el mundo o formar una familia. Pasaron muchos años y recientemente descubrí que su vida no es “rosada” como imaginé; mas bien, le ha tocado vivir “un infierno” llamado adicción.
Me angustié al ver las entrevistas realizadas a Edna Shcmidt sobre su alcoholismo, pero más aún se me estrujó el corazón al saber que lleva 10 años luchando con “este monstruo” que le arrebató una exitosa carrera y tantos planes de vida.
Según cuenta Edna, la muerte inesperada de su prometido la deprimió mucho, pero en vez de tomar anti depresivos se refugió en el alcohol. Llegaba de trabajar en las noches y mientras veía televisión, se tomaba una, dos y hasta tres botellas de vino blanco, completamente sola y pensando que nadie se daba cuenta de su vicio.
Precisamente, pensar que las personas alrededor de ti no se dan cuenta de tu adicción, es el error más común entre quienes se están volviendo alcohólicos. Y tú, ¿has usado el alcohol para “ahogar penas y problemas”? Quizás no has tenido que vivir una tragedia, como le pasó Edna con la partida de su prometido, pero sientes que tomar cualquier bebida embriagante es lo mejor que puedes hacer tras un día estresante. Sea cual sea tu motivo para tomar, te invito a reflexionar en el aumento de consumo.
Si tomas cuando estás sólo, te levantas en las mañanas deseando tomar, te das unos tragos para sentirte mejor, se te hace difícil dejar de beber una vez empiezas, te pasas pensando en la hora que podrás abrir esa botella, tienes más discusiones con tus familiares, te has ausentado al trabajo por estar borracho o no aceptas que tomas de más, esas son señales claras de que “la botella” puede destruir tu vida. Aceptar un vicio es el primer paso para deshacerse de él. Ya Edna lo aceptó y ojalá un día cercano pueda dar la gran noticia de que venció el alcoholismo para siempre.
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Pero yo me rehuso a creer que el cancer es invencible. Me siento como un samurai que va a combatir contra un monstruo extraordinario. Si, siento miedo. Siempre les digo a mis pacientes que si entran al quirofano con un cirujano que no tiene miedo, mejor corranle, porque ese cirujano te va a lastimar.