Carlos Levigne
Médico/ Sanatorio Le Blanc-Ciudad del Este-Paraguay
Existen evidencias que el descubrimiento de la planta conocida por la ciencia como Camellia sinensis, se produjo 5000 años AC. A pesar que su nombre parezca una raridad, es la denominación científica de la planta de té que todos conocemos, y que tiene muchos beneficios relacionados con la salud.
En primer lugar, vamos a decir que la versión “verde” de las hojas de té, es la que contiene las propiedades que la convierten en un fantástico aliado, principalmente en épocas que debemos cuidar el sistema inmunológico.
Las plantas de té, contienen unos polifenoles llamados catequinas, pero entre ellas, se destaca la epigalactocatequina-3-galacto (EGCG), que es una de las moléculas nutricionales botánicas más poderosas para el sistema inmune. El problema que los procesos que se emplean para convertir el té verde en té negro, destruyen dicha catequina y sus beneficios variados.
En mis 42 años que llevo desde que empecé a estudiar Medicina, y con 36 años de ejercicio profesional en Dermatología ahora en el 2020, fui percibiendo la enorme influencia que tiene alimentación y los fitoquímicos sobre la piel, que es el órgano más extenso y pesado que tenemos, por lo que todo aquello que la beneficia, también tiene funciones útiles para los demás órganos y sistemas del organismo.
Me gusta hablar de la dermatología, siempre desde el punto de vista de la nutrición, porque la piel se alimenta naturalmente de adentro hacia afuera, hecho que es constatable observando la anatomía del órgano cutáneo.
Hoy elegí hablar del té verde, porque todo aquello que tenga importancia para el sistema inmunitario, sirve como una herramienta más para tener en cuenta en la lucha contra la mayoría de las enfermedades, incluyendo las infecciosas, ya que el que decide cual será la evolución de la enfermedad, depende en gran medida de la respuesta correcta del sistema inmunológico, siendo el té verde uno de los promotores aliados para dichos fines.
El Dr Richard Béliveau, un investigador de medicina biomolecular de Montreal, testó en su laboratorio los efectos de la EGCG del té verde sobre diversos tipos de células cancerosas de mama, próstata, piel, riñón y de un tipo de leucemia, observando que dichas células tumorales, desaceleraban su crecimiento de manera considerable. Este hecho podría deberse a que la molécula de EGCG bloquea ciertos receptores celulares, que son interruptores capaces de dar inicio a los procesos procesos patológicos que convierten una célula normal en otra cancerosa.
Además favorece mecanismos hepáticos que aceleran la desintoxicación.
El té verde y su molécula de EGCG, tiene efectos antioxidantes que bloquean los radicales libres oxitativos, que nos conducen hacia al envejecimiento, como así también a todo tipo de enfermedades, como en el caso de algunos tipos de cáncer que acabamos de mencionar, o aquellas enfermedades que cursan con inflamación, o se valen de ella para producir patologías, como es el caso de las enfermedades neurodegenerativas, y patologías cardiovasculares.
El té verde también es un eficiente quemador de grasa acumulada en los tejidos, ya que acelera el metabolismo, mejorando también los índices del colesterol LDL (malo) en relación al HDL (colesterol bueno).
En otro punto del metabolismo, reduce la resistencia a la insulina por lo que es un aliado para los diabéticos.
En el Instituto Linus Pauling de la Universidad de Oregón en EEUU, se demostró que combate las infecciones, las alergias, las respuestas autoinmunes y la inmunodeficiencia.
En el aparato respiratorio tiene efecto broncodilatador, lo que es de ayuda para expulsar secreciones bronquiales que dificultan la oxigenación pulmonar.
En un estudio realizado en el año 2003 realizado por el Dr Stephen Hsu, del Centro Médico de Georgia, se demostró que los principios activos del té verde, revirtieron el proceso de envejecimiento de células de piel, que estaban en el final de su ciclo de vida.
En la piel reduce la inflamación, actúa neutralizando los radicales libres que aceleran el envejecimiento.
Desde luego que todos estos beneficios, se observan al consumir en promedio entre 3 a 5 tazas al día sin endulzar. Al principio puede resultar algo amargo, dejando una textura poco familiar en la boca por causa de los taninos, pero el buen hábito consigue que se le vaya tomando “el gusto”, al igual que lo que ocurre con el mate, cuando se deja de endulzar y se pasa a la versión amarga.
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