DRA. Nancy Álvarez
La sociedad es responsable de que los hombres no sepan lidiar con los afectos, las emociones y de que no puedan llorar. El ser analfabeto emocional va a generar desgracia en la relación con su compañera e hijos. ¿Qué podemos hacer?
Si queremos vivir con pasión, intimidad, lealtad, solidaridad, comprensión y ternura, como deseamos todos y buscamos en nuestra pareja, necesitamos cambiar el paradigma actual de las relaciones hombre-mujer. Buscar esa nueva opción implica tener una relación realmente significativa, crecer y estar abierto al cambio, comunicarnos efectivamente (libre de críticas, descalificaciones, juicios, comparaciones) y comunicando sentimientos, algo bien difícil para nuestros hombres.
Celebrar las diferencias conlleva respetar la libertad de cada ser humano como un ser único y diferente, ayudar a nuestra pareja a crecer y destacarse, pero también decirle lo que pensamos, sin herirla, cuando creemos que ese no es el camino. Olvidarnos del machismo, del feminismo exagerado y, por ende, replantearnos qué debe ser el nuevo femenino y el nuevo masculino, para educar a los niños de acuerdo con esto.
Aceptar que estamos en una época de transición, nos obliga a entender que los hombres no son así, no fueron educados así y debemos contribuir a que entiendan estos cambios. Eso no quiere decir que aguantemos de todo como nuestras madres, sino que nosotras también cambiemos.
Las mujeres son responsables de muchas de estas conductas. De hecho, muchas siguen fomentando el antiguo paradigma porque no se han preparado para hacerle frente a la vida, quieren seguir teniendo alguien que las mantenga, que las represente, que les pague las tarjetas y les resuelva los problemas.
Muchas mujeres se niegan a crecer. Otras odian un hombre tierno y débil, dicen que es “homosexual”. Si quieren un macho en la versión antigua, deben entonces acostumbrarse a lo que trae ese pastel. Les advierto que ese no es el camino, esa estructura de pareja fracasó y lo que deja es soledad, tristeza, infidelidad, abandono, enfermedad, etcétera.
Como bien decía el doctor Pedro Savage, la pareja no es un espacio de felicidad, sino un espacio para crecer, un espacio de conflicto. Si crecemos, podremos encontrar felicidad. Pero la pareja no es el espacio que nos va a brindar felicidad así porque sí. Hay que trabajarla, hay que crecer. Nuestra sociedad nos ha complicado aún más las cosas. Sabemos que los hombres y las mujeres somos diferentes, venimos de diferentes familias de origen y, como si fuera poco, comenzamos “ese baile que es la pareja, oyendo música distinta”.
El hombre y la mujer deben entender que el poder está entre ellos, en el nosotros. Lo importante es la relación que establecen los dos, la cual es muy difícil si el hombre no expresa sus emociones.
“Una relación de pareja es válida si permite y facilita el desarrollo personal de los dos individuos involucrados, creando un contexto interaccional que transcienda a estos dos individuos” (Ríos y Pando, 1987).