Jesús Sánchez Meleán
Estamos entrando al tercer año de la pandemia generada por el covid-19. Hasta el momento han tenido lugar grandes avances en el mundo en la lucha contra el virus. Fueron desarrolladas una docena de vacunas para combatir la enfermedad. Dos de estas vacunas, la de Pfizer y la de Moderna, estrenaron una tecnología biomédica que además de efectiva va a tener impacto en el tratamiento de otras enfermedades.
Cerca del 40 por ciento de la población mundial ya se ha vacuna contra el covid-19. Hay disparidades en la distribución de los vacunados. Sin embargo, hay iniciativas como el COVAX, un banco de vacunas donadas por lo país más ricos, que ha permitido que países de bajo ingreso y con gran población rural hayan podido tener acceso a las vacunas contra el virus.
El problema sigue siendo el que muchas personas, que, aun teniendo acceso a la vacuna, no quieren aplicársela. Algunos tienen objeciones por motivos religiosos. Otros, aunque no lo admitan, han sido influenciados por las teorías conspirativas promovidas por sectores que se denominan de la derecha conservadora. Para estas personas el virus es una creación de los medios de comunicación y de Anthony Fauci.
Lamento decirles a estas últimas personas que el virus si existe. Todas aquellas personas no vacunadas están en un riesgo muy alto de contagiarse y de quedar marcados por las secuelas que deja el coronavirus. Algunas de las secuelas permanentes del virus ya identificadas son la pérdida de memoria y del gusto; la sensación permanente de cansancio; y la debilidad en las extremidades.
Espero que el nuevo año llegue cargado de sentido común y buen juicio para aquellos que se resistieron a cuidar de su salud en el año viejo. Feliz 2022.