CRÓNICAS DEL ENCIERRO
Por Germán González-Flores
Son ya varias semanas en las cuales me he refugiado en el único lugar que me ha brindado la seguridad de ser quien soy yo, por el simple hecho de que tengo mis libros, mis principales herramientas de trabajo y estoy en mi zona de confort. Pero realmente qué equivocado estaba cuando afirmaba que estaba “en mi zona de confort”, porque gracias a esta cuarentena y encierro obligado por el Coronavirus me he dado cuenta que no estaba – ¿O estoy?- preparado para estar 24 horas entre cuatro paredes, no he podido manejar esos tiempos que me den tranquilidad, cumplir con mi trabajo y seguir escribiendo mi libro de Historias con Huella II, ya que mi condición de ser un espíritu que ama la libertad y volar –literalmente- por las calles y avenidas de Colorado, ahora se han visto frenadas y me pregunto:
¿Cuántas personas habrá más que viven una situación similar y cómo o a quién recurrimos para ayudarnos en ese sentido?
Mi vida profesional y mi personalidad misma siempre me ha llevado a “deambular” fuera de mi hogar, ya sea porque andaba en busca de historias, cuando ejercía el periodismo; por mi labor actual dentro de las Escuelas Públicas de Denver y el contacto con la comunidad misma; además de que dentro de mis labores personales me lleva a relacionarme con otros profesionales del arte de la escritura para cumplir otras actividades laborales, pues eso me orillaba andar entre 10 a 12 horas fuera y al llegar a mi departamento era realmente un bálsamo para mi tranquilidad, de disfrutar mi estancia y saborear de un delicioso café, que era tan disfrutable como leer algunas páginas de un libro en turno para después entregarme a Morfeo.
Pero ahora esa ¿rutina? se ha visto tan afectada, como mis emociones mismas. Los primeros días de permanecer en casa, tengo que ser sincero, han sido difíciles, y lo escribo –y digo- con mucho respeto, porque debemos adaptarnos y cumplir con las normas sanitarias en beneficio de uno mismo y de las demás personas, pero esa situación ha sido muy difícil para mí, y más que cumplir con una rutina, tengo que trabajar más para evitar que me afecte emocionalmente, buscar el aire natural y al atreverme a salir un breve tiempo para caminar, hacerlo sin pensar que quien pase frente de mi me pueda “pasar” el virus, y claro es, que sea un lugar seguro y muy poco transitable. Si uno como adulto vive situaciones difíciles, porque esa es una realidad, a un mes de la cuarentena, entonces qué tan difícil puede resultar para un menor de edad, cuando su esencia misma es de mayor energía y más libertad que este encierro no nos permite.
Valorando el encierro
He tenido que recurrir a ciertas prácticas de cuando era un estudiante, de programarme un horario tradicional de un salón de clases, pero con mis propias actividades que tengo que desarrollar con mi trabajo en DPS, y entre lapsos, no puede faltar un delicioso cafecito, comer alguna fruta, tomar mucha agua y relajarme con un poco de música instrumental que me ayude, dicen algunos amigos, con mi “fuerza mental”, pero también he tratado de estar en contacto con mi familia y amigos a través de la línea telefónica o lo que está de moda: las reuniones virtuales, y eso me ha ayudado mucho.
Creo que he aprendido a darle mayor valor y respeto al encierro, y más que llamarle así, creo que es una manera de aprovechar ese tiempo para reinventarnos, de aprender nuevas cosas, de recurrir a las tutorías digitales para dominar más herramientas, de acuerdo a nuestras inquietudes o profesiones mismas y lo más importante, cuando se vive en familia, de disfrutar de nuestra presencia, de aprender a tener una mejor comunicación y saber escuchar, apoyar y tomarle ventaja a esas tantas horas cobijadas por el calor de nuestro hogar.
En estos momentos el compartir todo el tiempo con nuestras familias, eso no significa que nos estemos escuchando como deseáramos, porque este ¿ritmo? del que ahora nos vemos inmersos no es el adecuado para ello y eso bien nos pudiera llevar a otras situaciones difíciles y complicadas en nuestra estancia en casita; bien decía Gandhi en unas líneas que leí recientemente… “que tres cuartas partes de los problemas de este mundo se acabarían si nos escucháramos los unos con los otros…”
Bueno, debemos aprender a manejar los tiempos, debo seguir cumpliendo con mis expectativas, de tomar los espacios para recrearme, por ejemplo, seleccionar mi ropa que uso y la cual ya no, para en su momento debido donarla; continuar escribiendo mi cuarto libro, aprender a usar mejor mi adobe audición, seguir con un curso en línea de ortografía, ordenar mi librero, ir al supermercado tomando mis precauciones y con mi cubre-bocas y guantes como lo exigen las normas de salud, pero sin miedo o pánico y gastar en lo que realmente necesito… en pocas palabras, seguir con mi vida de siempre, pero ahora aprendiendo a llevarla ante esta situación y reinventarme a una nueva forma de vida, si buscar que mi vida sea otra.
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